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viernes, 24 de abril de 2009

Elementos para un taller sobre “otra política”

Introducción

El siguiente taller tiene como fin aproximar a los participantes a la visión de “otra política” y mejorar la inscripción de esta dentro de las diversas experiencias territoriales. Como taller no pretende facilitar caminos, al contrario, más bien le “complica” la vida a los que ya se la han complicado bastante en el compromiso con la lucha social, ya que supone una experiencia que busca romper con los diversos modos de producción política al menos desde hace diez años para acá; es decir, cortar con la cultura política cada vez mas virtual y burocrática que hemos heredado del chavismo oficial. Por ello nos parece importante que el taller o conversatorio que se genere sobre otra política parta de un conjunto de ideas que rodean en este momento la preocupación central de muchos colectivos reflexionando todo lo que se pueda acerca una de las conclusiones políticas principales: nuestro poder es nuestra política, es decir, nuestra capacidad de construir otro poder, otra historia, otra ciencia, para lo cual es fundamental ¡qué gobierne el pueblo!, real y concretamente.

Partimos de algunas frases escritas que buscan fijar un conjunto de ideas: los tiempos agotados, el comunismo, la soberanía colectiva. Pero son solo textos alegóricos que se pueden cambiar o alternar por otros más adaptados al colectivo concreto donde se haga el taller. Lo importante es que podamos adentrarnos lo más posible, en un primer momento o día de taller, en ese elemento de la producción propia y no importada o asaltada del poder como punto de partida sustancial de la otra política. La otra parte, trata directamente sobre las cuatro estrategias planteadas (constituyente, productiva, comunicacional, de choque) desplegando en ellas ideas y experiencias esbozadas en documentos anteriores. Todo esto con el fin de empezar el diseño de lo que sería la producción de una “carta de lucha territorial” y el diseño de una cartografía estratégica del corredor o espacios territoriales sobre los cuales se trabajaría en la zona.

I.Complicada circunstancia: preguntas y premisas de reflexión para el taller

1.Se agota una historia se abre otra

Se agotó la colonia, se agotó el viejo imperialismo mercantil que nos aplicaron los ingleses, se agotó el esquema del desarrollismo dependiente de los EEUU, se agotó rápidamente neocolonialismo neoliberal de las postrimerías de la cuarta república, ahora empieza a agotarse la refundación burocrática de la república en base a la coalición neoliberal y de capitalismo de estado del cual no ha podido salir el gobierno chavista. En definitiva ya se agotó la república parasitaria de la renta petrolera, por cuyos excedentes se han peleado todos los gobiernos y clases dominantes por casi cien años de historia. Cada uno de los ciclos históricos vividos han sido precedidos por importantes acontecimientos políticos que consagraron la ruptura entre uno y otro; huracanes que sirvieron de base para la formación de nuevos sujetos y pensamientos políticos hegemónicos, permitiendo reordenar la realidad sobre nuevas relaciones y estructuras que las formatean, hasta terminar reestructurando nuevas formas de dominio capitalista. Hoy en día, mientras ya se hace visible el agotamiento de la república burocrática y monoproductora, el sujeto político de este nuevo paso adelante o de este nuevo quiebre, apenas se dibuja en el escenario y no nacerá hasta tanto no se produzcan las luchas revolucionarias necesarias. Lo que si estamos claros es que este progresivo agotamiento que va a la par del derrumbe financiero del orden imperial y el orden oligárquico regional, obliga a que ese sujeto, por un lado, se concentre cada vez más hacia abajo en la escala social de división de clases y, por otro lado, que deseche de una manera cada vez más clara la ilusión de utilizar las instituciones burguesas y colonizadas para su avance centrándose sobre su propia capacidad de liberación. Ya no es el territorio abstracto de las instituciones del estado burgués (que ya parecen convertirse en simples agencias de negocios propios de la casta que las controla) lo que está en la mira, son los territorios reales donde se estructuran las relaciones de dominio materiales: comunidades, fábricas, lugares de servicio social, tierras, mares, etc. Tenemos la base mínima necesaria al interno de los poderes revolucionarios para que la ruptura afiance su fuerza y poder en la colaboración propia, en la solidaridad recíproca, en el apoyo mutuo, en la acción desencadenante de miles de posibilidades productivas, constituyentes y de nueva vida basada en el mando y la soberanía colectiva del pueblo alzado, de la prole libertaria, sin que esto signifique promesas idílicas ni paraísos acabados. Cada lugar, cada historia, cada momento, ayer, hoy y mañana tuvo, tiene y tendrá su propio reto revolucionario, hoy empieza a nacer uno nuevo sobre otra política. Su espacio es la tierra, la comunidad, el espacio productivo expropiado o creado, su tiempo es el tiempo de cada lucha, de cada pregunta que nos hagamos en ese desencadenante permanente de incógnitas que es la batalla popular y que nos van arrojando respuestas, colectivamente trazadas y que son en definitiva nuestra verdadera ciencia.

Pregunta: ¿Cómo va nuestro camino, el espacio abordado por él, el poder y la sabiduría acumulada?, ¿qué retos tenemos en frente, cómo definimos hay nuestra carta de lucha?

2.La lucha es definitivamente es por la conquista de un mundo igualitario, justo y libertario.

Antes de seguir es importante que intentemos hacer una reflexión sobre el signo que seguramente van a tener las luchas revolucionarias en los comienzos de este siglo y sobretodo después de este gran derrumbe del imperio financiero capitalista. Se hacen muchos análisis al respecto de la crisis, más o menos catastróficos según los gustos e inclinaciones ideológicas. Cualquiera puede tener razón en el orden de las especulaciones, no creyendo por nuestro lado en catástrofes automáticas ningunas. Sin embargo, nos parece mucho más interesante advertir que el progresivo desgaste de las instituciones políticas y económicas creadas por la burguesía en los últimos siglos (desgaste muchas veces inducido por ellos mismos empezando por el mutilación de hecho de la soberanía de los estados nacionales y sus instituciones ya totalmente atadas al juego mercantilista) no solo se agudiza con esta crisis sino que reabre por completo la agenda perdida del comunismo (o del socialismo libertario para los que les gusta esta nominación). Es decir, un mundo autogobernado por núcleos sociales productivos y creadores, asociados libremente al conjunto diverso de las comunidades humanas. Fijémonos nada mas en la manera en que han abordado la resolución de la crisis financiera inyectando equivalentes en dinero del tamaño del doble de toda la deuda del tercer mundo, puede darnos una dimensión exacta de lo que es hoy el atrapamiento sin salida de los estados a la dinámica capitalista (la salvación de los bancos y el sistema financiero del norte); esto de por sí obliga a reafirmar las viejas convicciones comunistas. Además, el desarrollo de la trama material del propio imperio capitalista que ha inundado al mundo de trabajadores que se ganan su vida por iniciativa y genio propio en forma individual o juntando de manera colectiva sus capacidades laborales y productivas, abre potencialidades autovalorizantes y autogobernantes al interno de las relaciones de producción gigantescas. Pero sobretodo, el desapego cada vez más acentuado de las luchas populares a la conquista de las desgastadas instituciones políticas del estado y la promoción de un “orden” propio (estrategia constituyente), aunque sea todavía muy vago y difícil de describir, nos cerciora de la aparición efectiva de un nuevo “modo de producción”, de una socialidad adjunta a nuevas relaciones de producción, radicalmente adversas a la individualización capitalista, que tienden convertirse en una potencia viva. El comunismo ya dejó de ser una utopía, es una intuición y una práctica concreta, un dibujo mental de plena igualdad y libertad presente en el deseo de millones. Aunque le den nombres y sentidos distintos, está presente en sus propias luchas, consignas y manifiestos, cuya debilidad por los momentos es la ausencia como ya lo decíamos de una multiplicidad de impulsos propiamente políticos que hacen falta para invadir terrenos cada vez mas importantes del quehacer humano hoy bajo el dominio del poder capitalista, burocrático, tecnocrático, y que pasen al poder de la comunidad libremente asociada; es decir del trabajo y territorialidades liberadas. De allí que cobre todo el sentido del mundo desplegar el mayor esfuerzo posible por fabricar otra política que rompa en forma cada vez más clara con los ordenes constituidos tanto en plano económico como político y force a como dé lugar el respeto al ejercicio directo de la soberanía colectiva. La vieja intelectualidad de izquierda atada aún a los esquemas de la “transición socialista” y la centralidad del estado en este camino transitorio obstruye muchísimo el paso. Un ejemplo cercano está en los países nuestramericanos donde el cambio de correlación de fuerzas ha sido favorable al pueblo lo que ha permitido que estos intelectuales, adjudicándose una especie de “representatividad” en el pensamiento popular, lleguen a tener posiciones preeminentes a nivel de estado, imponiendo la hegemonía de esta visión derrotada a raíz de la implosión de las grandes revoluciones socialistas y comunistas del siglo XX. No obstante, e independientemente de la hegemonía aparente de este viejo modelo, la opción propia está hecha, ahora nos toca construir la ciencia de este camino y sus bases teórico-prácticas.

Pregunta: ¿Cómo visualizamos dentro del presente inmediato a mediano plazo esa nueva sociedad, esa nueva comunidad que nace directamente de nuestras luchas?, ¿estamos dando pasos así sean básicos en función de ello?.



3.La acción ha de ser totalmente política porque en ella se piensa, se rompe y se constituyen nuevos órdenes de realidad que van iluminando caminos. Sin ello no hay posibilidad de una política emancipatoria ni hay sujeto revolucionario.

Algo que se muestra absolutamente básico a la hora de ir tejiendo esta otra política es aquel principio que nos dice que nuestro poder es nuestra política. Efectivamente no queremos repetir una política que se dedique al asalto de un determinado poder. Construimos una política que se mide en el poder que va ejerciendo y sobre el cual se apoya; en la felicidad colectiva que va fabricando en la medida en que prueba su propia capacidad liberadora. Para ello es muy importante tener presente que estamos construyendo sobre un campo completamente minado, particularmente en este país donde el control la renta petrolera de estado tiene el tamaño de una apetencia desbordada que comparten por igual izquierdistas y derechistas y que ha terminado regándose como razón prima de todo el quehacer político-institucional y hasta económico. Es nuestra propia forma de vivir, reproducirnos y morir en el romance neoliberal que ha invadido el mundo. Millones van a la caza de esa renta (nuestros créditos basura) ya sea como mendigos, pedigüeñas comunidades, ambiciosos empresarios y gerentes, voraces magnates, autoproclamados estadistas y políticos. Es una subjetividad creada paralela al componente material que la soporta (la república monoproductora), cuya síntesis podría ser: “teniendo el fragmento de la renta que he podido capturar (vía asistencialismo de estado, vía subsidio o crédito, vía contratos o ventas al estado, vía corrupción, vía control de recursos, vía reconducción financiera de recursos públicos) ahora invierto productivamente lo menos y más bien lo reproduzco en relaciones de mercadeo e inversión rentaria (mercancías, tierras, inmuebles, acciones, bonos, papeles, etc)”. Relaciones de venta y compra, por un lado, de trabajo y materia elaborada e importada, y por otro, de dinero en sí, que van a su vez articulando todos los lazos de dominio en la sociedad y donde se descuartiza el potencial productivo de un pueblo. Esta situación ha bloqueado formidablemente todo el impulso emancipador que no deja de respirar y tomar nuevos bríos entre nosotros, pero aún no quiebra en forma significativa ni mucho menos esta tragedia sustancial. Lo cierto es que nos movemos entre los extremos antagónicos que suponen la existencia de ese potencial “comunista” naciente y en el otro polo a esta estructura social dominante tan destructiva y disolvente de voluntades emancipadoras. Por ello en el aquí y ahora lo que vale es la acción pensada y categórica que rompa con este estigma, que disuelva el sueño de la apropiación de la renta y nos haga políticos, libres, productivos y poderosos.

Pregunta: ¿hemos logrado entre nosotros armar una comunidad militante que haya podido romper de manera profunda con esta mentalidad saqueadora y oportunista en la que fuimos creados por estas tierras y siguen alimentando?

4.Partimos además de un principio básico: no es el hambre lo que hace la revolución sólo la revolución resolverá tanto el hambre como nuestras ganas de ser inmensamente dignos y humanos. Por tanto, no es la pobreza lo que garantiza y le da sentido a la revolución. La revolución solo puede nacer de la riqueza intelectual y el deseo libertario que nazca del pueblo pobre.

Ella tampoco es una entelequia elitezca, un asunto de expertos o un acto voluntarista grupal, es una fabricación colectiva que tendrá vida si se expande y logra seducir a más y más gentes que a su vez portarán más y más ideas y voluntades, sumando cada vez más espacios de ruptura con el sistema. Lo cierto es que la imposición de la soberanía colectiva sobre el espacio territorial productivo, educativo y comunitario parece ser el paso de ruptura primordial en los actuales momentos. La soberanía de ese nuevo “nosotros” que se ha creado “donde cada quien lucha por lo suyo” sin esperar salvadores, entendiendo que lo suyo “es lo propio tanto como el anhelo de liberación de toda la humanidad”. Es una soberanía que se piensa, se desea, se convierte en acción, en palabra de lucha, en movimiento, en toma, en comuna, en corredor territorial de lucha. Resolver el acertijo de este camino es propiamente el “acto” de la “otra política”.

Pregunta: ¿si la política es idea y acción emancipadora de los que nada tienen y no un oficio especializado para acumular poderes y cosas propias, en qué medida, de qué manera, bajo qué normas y principios y estructuras, nos estamos convirtiendo en un sujeto y una organización política real?

II.Puntos concretos de estrategia política a discutir, respondiendo en cada unos de respecto a la alternativa específica que hemos decidido implementar

1.La estrategia constituyente

Liberar la acción que tiene que ver con la constitución de los espacios colectivos de decisión del control burocrático de los mismos, parece ser una de las condicionantes primeras de la ruptura frente a la república burocrática. Hasta los momentos se han declarado y formado “poderes populares” que en su inmensa mayoría o simplemente no existen, son simples papeles en manos de unos vivos, o no ejercen ningún poder efectivo. O todavía más allá, se le ha adjuntado el nombre de “ministerios del poder popular” a entes que lo niegan en forma absoluta, confundiendo el poder constituyente con el poder constituido en su más vieja y corrupta versión (¿qué es el poder popular entonces?). Tan solo ayudan a los bolsillos personales de las mafias que los controlan y un tanto a la redistribución de una riqueza que ha sido la fuente a su vez del control burocrático y electoral sobre la dinámica política de base. Siendo además uno de los recursos básicos a través de los cuales se ha silenciado y despojado a una buena parte del movimiento popular, en todas sus versiones, de autonomía política propia.

Lo importante en todo caso de la estrategia constituyente, o de “acumulación constituyente”, como hecho político real (independientemente de la cantidad de gentes que la asuman radicalmente), es decir, como acción interiorizada en el movimiento de masas, es que ya tiende a salir de las formalidades legales y hasta constitucionales, particularmente después de la derrota del referéndum del 2007. De hecho la misma “revolución bolivariana” desde el mismo año en que se “hace poder” 1999, se entiende a sí misma como una “revolución constituyente”, solo que sufre un giro abrupto en esos mismos años que la obliga a detenerse en los linderos de lo formal-legal y con ello el pase a control de las castas políticas que suben al poder con la llegada de Chávez a la presidencia. Diez años después las consecuencias están claras; el “proceso” está agotado o detenido en su propia trampa. Era quizás una experiencia inevitable dadas las mismas condiciones políticas y correlaciones de fuerzas que existieron para entonces. Pero hoy ya la situación es otra, habiendo bases y fuerzas para al menos comenzar a dar los primeros pasos en función de generar una estrategia constituyente donde se afiance otro poder, otra política, se genere otro espacio y otro territorio bajo control político colectivo, que empieza a desconocer radicalmente el poder constituido, al mando capitalista y sus sistemas de represión legal y material.

Tenemos hasta ahora una corta experiencia al respecto que va desde la decisión de algunos organismos reconocidos como “poderes populares oficiales”, básicamente los Consejos Comunales y otros núcleos de organización popular reconocidos, que se han decidido a enfrentar la atadura burocrática y hasta partidista y buscar sus propios horizontes (con las consecuencias de marginación y persecución local previsibles), hasta nuevos gérmenes de poder colectivo que surgen sin historia ni reconocimiento previo y que apenas están inventando sus propias denominaciones, formas, definiciones y objetivos. El camino hasta donde conocemos los han surcado básicamente movimientos comunitarios, obreros, indígenas y campesinos, cada uno a su manera y ritmo. Corredores territoriales y experiencias puntuales en Sucre, Lara, Bolívar, Zulia, con cartas de lucha propias se destacan en ello, aunque todo el espacio nacional está tensionado por la aparición de estas fuerzas constituyentes.

¿Hacia dónde parece ir la cosa?: tomas territoriales, tomas de empresas, tomas de inmuebles o espacios urbanos y rurales, formación de organismos de autogobierno (consejos de trabajadores, cooperativas autogestionarias, mancomunidades de consejos comunales, movimientos territoriales incluyentes de estas diversas experiencias, formación de comunas). Bajo esta última forma de organización ya incluso empiezan a forjarse las bases de una legalidad propia (“Juntas Populares de Buen Gobierno”, dicen algún@s enamorad@s de la espiritualidad rebelde zapatista, otr@s la llamarán populares o socialistas a secas siguiendo los lenguajes aquí utilizados, teniendo a Zamora o al Che en su primera plana de inspiración), o conjunto de comunas integradas a un corredor territorial de lucha. Esto es lo que parece constituirse en Barquisimeto en todo un corredor territorial al interno de la ciudad, el cual tiende a juntar comunas formadas a partir de luchas concretas ligadas a la recuperación de la tierra urbana y la defensa de la vivienda. Son síntesis de agregaciones comunitarias y de trabajadores convertidas en comunas, las cuales ya se aproximan a formación de un gobierno conjunto propio y paralelo al poder constituido. Pero esto no es todo, en otros lados esa misma figura se sintetiza a través de la generación de consejos regionales de trabajadores que a su vez multiplican la formación de comunas y consejos particulares de trabajadores que funden el poder productivo, ganado en la expropiación al capitalista, y el poder político de la comunidad, en un solo horizonte común, es el caso de Sucre. Otras matrices de liberación se concentran sobre el mismo movimiento social, o socio-político, y su propia práctica interna fundida ella misma con la comunidad popular. Otras veces hasta la ganancia de alguna alcaldía por gentes realmente dispuestas a romper el orden burocrático del estado y el capital, han ayudado “desde arriba y abajo” a fomentar un punto de partida sólido hacia la izquierda revolucionaria, los casos por ejemplo de El Tocuyo y Carora.

Pregunta: ¿en nuestro caso podemos hablar de una estrategia liberadora y constituyente concreta sobre la cual estemos avanzando?, ¿está claro en tod@s esta idea, estamos claros en cuáles serán las formas de poder a constituir bajo el protagonismo popular; sus propias relaciones –o confrontaciones- con el poder constituido?

2.La estrategia comunicacional

Más allá de teorías o diagnósticos, el problema se sintetiza básicamente en dos cosas: primero es imposible desplegar “otra política” si ella a su vez no refunda diversas formas de contraofensiva comunicacional y propagandística que ponga de nuevo el mensaje revolucionario en la calle sin manipulaciones y juegos maniqueos de la palabra. Segundo, es necesario que esa comunicación y esa propaganda rescate la originalidad y la radicalidad del mensaje auténticamente libertario y emancipador más allá de todo poder, es decir, rescate su propia verdad y pueda de nuevo decir, propagandizar, gritar, desde esas luchas populares que son en definitiva la semilla única de esa verdad.

El trabajo en ese sentido no es fácil por el nivel de instrumentalización en que ha llegado a estancarse el movimiento de comunicación alternativa donde solo es posible hablar de la mitad de la verdad, la otra se calla porque es la realidad oculta de quien paga, cuando quiere, y dice ser socialista. Aquí hay algo muy claro que aparece y rebasa posiciones tácticas diferenciadas. Si no hay un polo o sujeto comunicante en disposición de develar la totalidad de los hechos que articulan los lazos de dominación y explotación en una sociedad, que hable sin condiciones de la totalidad de los campos de resistencia y confrontación a estos lazos, sencillamente se desvanece por entero la palabra crítica-revolucionaria. Podemos reverenciar todo el día al Che a Bolívar y la revolución, pero eso no vale nada si en ella no aflora toda la verdad y no se rompen los temores frente a todas las razones y personajes del poder. Restituir esa posibilidad de “ser verdadero” y de mantener en ofensiva esa verdad, es una estrategia básica dentro de las actuales circunstancias.

En concreto esto tiene muchísimo que ver con la necesidad de reagrupar nichos de producción comunicacional en todos los niveles a partir de la experiencia aprendida en estos años, no confundiendo instrumento con sujeto. Propaganda y comunicación se hace como sea, se tenga o no se tenga la pericia y los instrumentos para hacerla. Ella hoy en día se transformó en uno de los centros primordiales de la existencia social, en el dispositivo básico de la sociedad postindustrial. Es por tanto un campo inevitable de la propia militancia. Sonido, imagen y palabra, en todas sus combinaciones y agregados creativos tienen que encontrara la manera de armar estrategias de desarrollo concreto dentro de los respectivos territorios donde hay fuerza de liberación actuando, y al mismo tiempo la manera de integrarse globalmente con todos los centros comunicaciones de resistencia en el espacio mundial.

¿Qué hay?, diríamos que casi nada salvo el enorme potencial, quizás como ninguno, por la experiencia vivida en el enfrentamiento al enemigo monopólico de las comunicaciones y la propia fabricación de espacios que han buscado muchos de ellos ser realmente “alternativos”. Centro quizás de esta estrategia: la fabricación de productos comunicacionales desde los más sencillos a productos mucho más complejos que diseñen estrategias de divulgación y sirvan a la agitación social.

Pregunta: ¿hemos pensado y existe un plan en función del desarrollo de políticas y medios comunicacionales, propagandísticos que definitivamente digan y agiten con toda nuestra verdad?

3.La estrategia productiva:

“La producción” en sí misma es una meta muy propia de la revolución burguesa, ella misma es una revolución de las relaciones de producción al introducir la ganancia y la propiedad privada como mediadores universales tanto del estímulo productivo como de las relaciones de producción y reproducción social. Para nosotros el problema se presenta de manera muy distinta: no se trata de producir por producir, cosa que en el capitalismo implica ganancia y acumulación, se trata de liberar el trabajo de las ataduras esencialmente políticas que lo convirtieron en mercancía e instrumento directo de la propia ganancia. Y si nos ubicamos en un plano todavía más particular a nuestra realidad, se trata no solo de liberar el trabajo sino de crear los espacios productivos necesarios donde se desplieguen sin obstáculos colectividades productivas que respondan a nuevas formas de interrelacionar el potencial productivo de cada individuo, liberándose de la opresión capitalista. Es muy importante la experiencia aunque sea fallida de estos últimos años, ya que nos la dimensión del problema, los obstáculos y los caminos posibles. Para ello se hace evidente: Primero, que la estrategia productiva camine en base al principio del control obrero y niveles cada vez mayores de autogestión y liberación del trabajo del mando burocrático y patronal. Segundo, que la “empresa” o espacio de producción a construir no se cierre sobre sí mismo para luego degenerar en una empresa privada o de lógica privatista más. Es fundamental en tal sentido que la empresa se “socialice” tanto al interno como hacia su entorno territorial, haciendo de sus excedentes e incluso del trabajo necesario a su desarrollo en los mercados regionales y nacionales, un asunto a través del cual ella se integre con comunidades, comunas y corredores territoriales, desarrollando al menos redes de mercado justo. De esta manera libera en algo al entorno comunitario de su dependencia absoluta con el presupuesto fiscal de estado, convirtiéndose en una base material real para los procesos concretos de liberación territorial y una forma de establecer una relación no mercantil con el espacio social y económico ampliado. Tercero, que además de controlar y socializar, se impulse la “universalización” de estas empresas e iniciativas productivas. Es decir, que ellas se entiendan parte de un proceso “comunista” en desarrollo en el mundo entero. Se hace imprescindible entonces que se vaya experimentando de lo más simple a lo más complejo, niveles de integración, cooperación, traslado de tecnologías y saberes, con iniciativas socializantes e incluso de pequeñas empresas privadas en todos los rincones del planeta donde fuese posible ese acercamiento y comunicación.

Pregunta: ¿Qué tenemos pendiente dentro del campo productivo: toma de empresas, reconstrucción y construcción de espacios productivos?, ¿quién va a controlar esos procesos, bajo qué esquema de administración, bajo qué política de distribución, comercialización y estrechamiento de lazos con las comunidades aledañas?

4.La estrategia de choque:

Quien pretenda volcarse a la lucha por procesos reales de liberación sin que tarde o temprano no se choque abiertamente con el orden dominante es un iluso o un gran tramposo. Ninguna revolución es “pacífica” aunque el lema de la paz encabece la actividad política emprendida. Al mismo tiempo no hay ninguna revolución que pueda sobrevivir sin chocar con los agentes internos que la destrozan y utilizan a interés propio. Pero también hay que saber chocar y prepararse para ello. La decadencia del orden dominante y capitalista en todas sus dimensiones, sobre todo en los países del sur presiona por la formación de “paraestados”, con rangos que ya alcanzan niveles transnacionales, y agentes institucionales directamente ligados a ellos los cuales forman mafias de poder y corrupción. Esto hace muy peligrosa la actividad insurgente y libertaria, permanente acosada y reprimida o sencillamente exterminada, por lo cual ya no es el extremismo la salida sino el genio con que se forje y desarrolle el quehacer guerrero y confrontativo de los pueblos. La guerra casi siempre comienza en casa contra los más cercanos, contra los intereses dominantes consagrados y sus ayudantes institucionales que buscan mimetizarse o sustituir estos viejos intereses.

Pregunta: ¿Está claro quiénes son nuestros enemigos fundamentales, cómo los vamos a confrontar y cómo nos vamos a defender de sus violencia?

III.Pregunta y conclusión política

¿De todos los elementos discutidos y respondidos en este taller podríamos estructurar una “Carta de Lucha” que sea la base de esa “otra política” que nos va a servir de guía en nuestra lucha?

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